domingo, 8 de noviembre de 2009

Reinstaurar la pena de muerte‏


STEWART WEISS

El repunte de la violencia en Israel- particularmente el reciente y de alto perfil asesinato de niños- una vez mas ha encendido el debate nacional sobre la pena capital. Este diario ha tomado una posicion contra la ejecucion de los asesinos de chicos, sugiriendo en cambio que nosotros "los encerremos y arrojemos la llave". Yo puedo conceder la virtud de esta posicion frente a los asesinos de civiles, ya que hay una alta probabilidad que estos criminales se pudran en las prisiones por decadas, un destino que puede discutiblemente ser peor que la muerte.
Pero en lo que respecta a los terroristas, yo defiendo firmemente que nosotros adoptemos la respuesta opuesta.
Tiempos desesperados piden medidas drasticas. Los salvajes ataques que periodicamente apuntan a nuestra poblacion civil traen a casa una terrible realidad que muchos de nosotros ya conocimos: La maquinaria del terror palestina no reconoce limites. Toda reunion de judios- en cualquier moemnto, donde sea- es un objetivo legitimo para estos odiadores sadicos; en un avion, en un seder de Pesaj, en una biblioteca escolar, un jardin de infantes o un hospital. No hay una "Convencion de Ginebra" para refrenarlos, ni limites morales en los cuales confinar sus crimenes. Como Amalek de antaño (el prototipico odiador de judios por excelencia), estos Hamanes contemporaneos apuntan a inocentes como sus principales objetivos. Ellos ingresan a hospitales con cintos explosivos bajo sus ropas; ellos se tiran y esperan para disparar a autos que pasan; ellos hacen explotar autobuses escolares mientras suben o bajan a sus jovens pasajeros. Y cuando han perpetrado sus "valerosas" acciones, una extasiada Palestina danza en las calles y entrega dulces, mostrando desbordante, entusiasta apoyo por la atrocidad. Incluso los palestinos "moderados" como Mahmoud Abbas murmuran solo la mas timida y no sentida de las condenas, nunca declarando que el crimen estuvo mal; diciendo solo qeu "daña los intereses palestinos." EN TAL contexto, nosotros debemos tomar acciones drasticas. Una de las cosas que podemos y debemos hacer es activar la pena de muerte- utilizada solo una vez en nuestra historia, cuando el arquitecto del Holocausto, Adolf Eichmann, fue ejecutado en la horca el 1º de junio de 1962- contra cualquier terrorista que sobreviva a un ataque, o contra aquellos que lo ayudan directamente para llevar a cabo su crimen.
Apoyar la pena capital no es muy popular en estos dias. La Union Europea prohibe a los estados miembros utilizar la pena de muerte, y los activistas de derechos humanos chillan asesinato sangriento ante el proyecto que gente inocente sea equivocadamente ejecutada. Algunos lideres religiosos se quejan de la injusticia que alguien tome la vida de otro mas que Di-s que la dio (aunque estan extrañamente silenciosos acerca de la eutanasia).

Fuentes judias, tambien, tienden a señalar contra la pena capital. El Talmud llama a una corte judia que ejecuta a una persona en 70 años, una "corte sangrienta". Y Maimonides escribe: "Es mejor absolver a miles de personas culpables que poner a un solo inocente a muerte." Pero el Talmud, por no mencionar la Torah, cita numerosas ocasiones en que los criminales fueron efectivamente ejecutados, decretando especificamente que la pena capital puede ser instituida "cuando los tiempos lo demandan."

Y en los EEUU- que suspendieron las ejecuciones en 1973 pero las reanudaron en 1977 - una reciente encuesta de Gallup encontro que el 60% de la poblacion no solo apoya la pena de muerte, sino que cree que la sentencia no es llevada a cabo lo suficiente.

Hay tres razones irresistibles por las cuales los terroristas deben ser ejecutados y, como en el caso de Eichmann, sus restos cremados y sin ceremonias arrojados el mar en una locacion desconocida. Primero y principal es justicia. Simplemente dicho, estos monstruos que apuntan especificamente a civiles no tienen derecho a vivir. Ellos han perdido el mas basico privilegio humano por virtud de sus crimenes; cualquier castigo salvo la muerte es demasiado bueno para ellos y es un insulto obsceno para las dolientes victimas del terror.

En segundo lugar, matar a un terrorista asegura que el o ella no estaran cometiendo nunca mas asesinatos. Nosotros hemos visto muy a menudo como los asesinos son puestos en libertad en este pais luego de un tiempo relativamente corto, solo para matar a muchos mas inocentes. En tanto nosotros tengamos hombres equivocados moralmente en nuestro gobierno que, increiblemente, andan por ahi pidiendo que asesinos en masa tales como Marwan Barghouti sean liberados en el nombre de la "paz", nosotros no podremos nunca estar seguros que estos criminales estaran tras las rejas. A menos que los ejecutemos.

FINALMENTE, EXISTE ciertamente un elemento de disuasion creado por la pena capital. En America, una clara correlacion ha sido mostrada entre el numero de ejecuciones y la caida simultanea de los homicidios. El ejemplo mas asombroso es este en Texas, que ejecuta a mas asesinos que ningun otro estado. De acuerdo a la organizacion Justicia Para Todos, la tasa de asesinatos en Texas cayo en un 60% despues que el estado comenzo a aplicar agresivamente la pena capital. Y aunque los terroristas de Medio Oriente proclaman a menudo su voluntad- incluso celo- de ser martirizados, sus complices en el terror, e incluso ellos mismos pueden seguramente ser influenciados por el conocimiento que sus vidas seran perdidas por sus crimenes.

Los criticos pueden decir que ejecutar terroristas solo inflamara la situacion, y hara peligrar las vidas de los israelies aun mas. Pero cualquiera que tiene un indicio de lo que Hamas se trata sabe del absurdo de ese argumento.

El Judaismo, mas que ninguna otra religion, estima la santidad de la vida y llegara a grandes profundidades para protegerla. Pero ese es precisamente el punto: Cualquier cosa menor que la pena de muerte para el terrorismo es un insulto para la victima, la sociedad y la vida misma.



El autor es director del Centro de Acercamiento Judio de Ra'anana.
Fuente: The Jerusalem Post
Foto: Adolph Eichmann durante su juicio en Jerusalem, 1961. El lider nazi fue la unica persona alguna vez ejecutada por el estado judio.

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