domingo, 15 de noviembre de 2009

SHIMON PERES- LA LEYENDA CONTINUA‏


11-11-2009 / A los 86 años, el presidente israelí Shimon Peres vuelve a pisar fuerte en la escena internacional. El conflicto en Medio Oriente. La amenaza iraní. Y su visita a la Argentina.
Por Kevin Peraino y Lally Weymouth

En Israel, el cargo de presidente se asemeja a la monarquía de Inglaterra. El del presidente es un título fundamentalmente protocolar. El verdadero poder está en manos del primer ministro y el Parlamento. El presidente viaja por el mundo, se reúne con dignatarios de otros países, acredita a diplomáticos o indulta a delincuentes. Como ocurre con los soberanos británicos, cuando las cosas salen mal, el presidente resulta ser el chivo expiatorio sobre el que se descargan las frustraciones. Los presidentes acusados de mala conducta —como Moshe Katsav, que debió renunciar por cargos de acoso sexual y violación— reciben fuertes críticas de la prensa local, al igual que sus contrapartes británicas cuando se pasan de la raya. En medio de todo ese circo, de tanto en tanto se escuchaban murmullos que dicen que el cargo es obsoleto y vergonzoso, y que debería abolirse.

Pero hace poco, eso cambió. El actual presidente de Israel es Shimon Peres: protagonista de las últimas seis décadas de la política israelí, ex primer ministro en dos ocasiones y el último miembro fundador del Estado de Israel. Lejos de imitar el retraimiento de la realeza británica, el decano de la izquierda israelí, que asumió el cargo hace poco más de dos años, pisó fuerte en la escena política en estos últimos meses. Se reunió con Barack Obama en la Casa Blanca en mayo, antes de que lo hiciera el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. A principios de 2009, en Davos, Peres defendió al Estado de Israel en un acalorado debate con el primer ministro de Turquía, Recep Erdogan. En agosto, anunció que se había reunido con el presidente ruso, Dmitri Medvedev, para discutir la posibilidad de que Rusia descartara el acuerdo por el que entregaría a Irán sofisticados misiles S-300. En octubre, manifestó su rechazo enérgico al Informe Goldstone del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidos, que denunció supuestos crímenes de guerra durante la ofensiva israelí en la Franja de Gaza, a comienzos de año. “Es una burla a la historia”, se quejó. Y esta semana inició una gira histórica por Brasil y la Argentina que pretende, entre otras cosas, contrarrestar la creciente presencia iraní en la región.

Discípulo de David Ben-Gurion, el mítico primer premier israelí, a Peres nunca le fue bien en las urnas. En Israel bromean con que no lo eligieron ni para el consorcio de su edificio. Pero Peres tiene una buena imagen en el extranjero, y sus declaraciones lacónicas sobre la coexistencia y el mundo moderno son populares entre intelectuales tanto europeos como estadounidenses. A medida que deja de ser una figura amenazante para potenciales rivales y avanza en edad, Peres gana notoriedad. Hace poco, declaró ante The New York Times que esa “popularidad sin precedentes” está “empezando a ponerlo incómodo”.

Por ahora, ello es beneficioso para todos los interesados, incluido Netanyahu. Con la imagen de “paloma” que le dio haber ganado el Nobel de la Paz por su contribución en la firma de los Acuerdos de Oslo, en 1993, el presidente suaviza la imagen de línea dura de Netanyahu. Además, los diplomáticos extranjeros prefieren tratar con Peres y no con el ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman (un “halcón” de línea dura que alguna vez sugirió que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, se fuera “al demonio”, no goza de la mejor imagen en muchas capitales del mundo). Ese papel es ideal para Peres, un político enérgico e incontenible, que se encuentra en una condición física envidiable para sus casi noventa años. Aun así, muchas de las funciones adicionales que Peres toma a su cargo tienen lugar porque el primer ministro lo permite. “Netanyahu puede ponerle un freno a esta situación cuando quiera”, dice uno de los aliados de Peres, quien no quiso ser identificado.

Muchos israelíes se sienten acosados: por el Informe Goldstone, por el miedo a que Irán esté a punto de adquirir armas nucleares, y por la percepción de que la Administración de Obama es hostil con su país. Aun así, Peres sigue instando públicamente a Netanyahu a avanzar en el proceso de paz. “No diría que él concuerda al 100 por ciento conmigo, no sería natural. Pero me escucha”, dijo días atrás a Newsweek, en su casa de Jerusalén.


- NEWSWEEK: El Informe Goldstone ya fue al Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Usted piensa que pone a Israel contra la pared?

- Peres: Pienso que el señor (Richard) Goldstone cometió un error al aceptar presidir un comité que tiene una mayoría anti-israelí. Los términos de referencia fueron parciales: “investigar los crímenes de guerra de Israel”. Y las conclusiones son parcializadas. Hay 26 recomendaciones. Ni una trata con el terror. Es increíble. Israel no ocupa Gaza. Somos el único país que fuerza a sus propios colonos y ejército, sin ninguna presión extranjera, a abandonar Gaza. Y por ocho años nos restringimos (mientras ellos disparaban 12.000 misiles). Y no hay ninguna referencia a ello. Cuando usted lee el informe, piensa que Israel un día se levantó de mal humor y decidió atacar Gaza.

- ¿La tierra disputada es sólo 2 ó 3 por ciento?

- Sí, una cosa de nada. Podemos resolverlo. Netanyahu dijo: “Estoy listo para tener una solución de dos Estados”. Éste es un cambio importante. Él provino de la derecha, pero ya no es un derechista. Aceptó una solución de dos Estados y lo que ningún otro primer ministro había aceptado jamás: congelar los asentamientos por nueve meses. [El ex primer ministro Menachem] Begin había aceptado un congelamiento de tres meses, pero sólo por la presión del entonces presidente de EE. UU., Jimmy Carter.

- ¿Qué pasaría si el Informe Goldstone es remitido a la Corte Criminal Internacional, y sus generales no pueden ir a Gran Bretaña?

- No les importa que no puedan ir a Gran Bretaña. Pero sí que no puedan combatir a los terroristas. Es decir, los rusos deberían preguntarse a sí mismos cómo van a combatir a los terroristas. Los chinos tienen que preguntarse a sí mismos cómo van a combatir a los terroristas. Estados Unidos debe preguntárselo a sí mismo. Todos nosotros. Estamos en el mismo bote.

- Pero los rusos no le dieron mucho apoyo.

- No. Al principio fueron renuentes, y finalmente se unieron a los demás países que aprobaron el informe.

- ¿Y Estados Unidos dio apoyo?

- La posición de Estados Unidos fue más que justa. Pienso que el presidente Obama busca la paz y podemos mantener una sociedad. Debemos y podemos trabajar con él. Es por el bien de Estados Unidos y por el de Israel. Es por el bien de la paz. No pienso que debamos crear una relación hostil.

- ¿Qué piensa de la situación de Irán? Muchos piensan que está cerca de desarrollar un arma nuclear.

- La situación actual es que Irán no es sólo un peligro reconocido para Israel, sino también para el resto del mundo.

- El peligro iraní, o los lazos en alza de su presidente, Mahmud Ahmadineyad, con países de América del Sur, forman parte de la agenda de la visita de Peres a Brasil y la Argentina (ver columna). “Yo no voy (allá) para discutir o tener una polémica con Ahmadineyad. Viajo para profundizar nuestra amistad, para desarrollar nuestras relaciones comerciales, para visitar a la comunidad judía”, se atajó antes en diálogo con el diario Clarín. Según un comunicado oficial de la presidencia israelí, Peres “tratará de fortalecer y profundizar las relaciones estratégicas, diplomáticas y económicas con estos dos países latinoamericanos de fundamental importancia”, y que reúnen en conjunto a casi 400.000 miembros de la colectividad judía.

En Israel, las amplias funciones de Peres generaron un debate que busca definir si tener un primer mandatario fuerte es algo bueno o malo a largo plazo. La Knesset —el Parlamento israelí— se encarga de elegir al presidente, quien cumple un mandato de siete años y está sujeto a pocos de los pesos y contrapesos democráticos que rigen para el primer ministro. Algunos israelíes creen que una presidencia fuerte les daría un liderazgo ejecutivo que sería crucial en aquellos Gobiernos que se ven perjudicados por los debates internos de la coalición. Pero si bien un presidente activo sirve de complemento político a Netanyahu, también elimina un escalón a la hora de rendirle cuentas al pueblo. Según la ley israelí, sólo se puede deponer al presidente si se obtiene el voto de tres cuartos de la Knesset. “¿Es bueno para nuestro sistema político?”, se pregunta Gadi Taub, profesor de política pública de la Universidad Hebrea. “No, no es bueno. Imagínense si la reina de Inglaterra interviniese de esta manera”.

Aun así, es poco probable que el cargo se modifique permanentemente una vez que Peres termine su mandato (o después de su fallecimiento, ya que tendría que llegar a los noventa y tres años para terminar su mandato). Algunos dicen que Peres fortaleció la estructura institucional del cargo, al sumar a varios asesores políticos muy capaces. Peres no es el primer presidente en extender sus funciones oficiales: Ezer Weizman, un político del Partido Laborista que fue presidente a fines de la década de 1990, también fue criticado por meterse en asuntos que excedían el alcance de su cargo (una vez invitó a Yasser Arafat a su casa, en la costa mediterránea de Israel).

Pero no cabe duda alguna de que Peres es el primero en tirar tanto de la cuerda. “Son muchas funciones en manos de una sola persona”, dice Gerald Steinberg, profesor de estudios políticos de la Universidad Bar-Ilan.

No parece preocuparle. Peres demostró que, después de todo, el cargo puede resultar útil. Hace poco se reunió con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a quien considera un amigo. Le dijo que conocía el sufrimiento de ambos pueblos. Y que creía que estaban “muy cerca, muy cerca” de un acuerdo. “Sé que estamos en un callejón difícil. Pero, ya sabe, los callejones son callejones. El mundo no está hecho sólo de callejones, sino de continentes. Y el continente de la paz es el mejor de todos”, señaló.

Mucha gente de su edad está mirando hacia atrás. ¿Cómo es que usted sigue mirando hacia adelante?

Sólo estamos al comienzo de un viaje muy largo hacia el futuro. Pienso que debemos concluir un acuerdo de paz. Alguna gente pregunta: “¿Qué le va a pasar a Israel en los próximos 100 años, frente a frente con el mundo árabe?”. Y mi respuesta es que los árabes van a cambiar. No nosotros. Ellos tienen que sumarse a una nueva era.
Fuente: Newsweek en español

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