miércoles, 25 de noviembre de 2009

Un ejemplo para imitar que demuestra cuan alejadas estamos muchas Comunidades al momento de que alguno de sus integrantes es atacado...

Shalom, Hebreos

Cervantes, entre otras muchísimas, inmortalizó una frase en labios de ese viejito divino, de ese loco lindo al que bautizó Don Quijote: "cosas vederes, Sancho, que non crederes..." Y esta frase, al decir de Ambrose Bierce, "breve, sencilla y eficaz" es como el paradigma de la unidad de medida de nuestra capacidad de asombro: infinita. Todos los días y todas las horas nuestra de por sí vapuleada capacidad de asombro encuentra nuevos bríos, nuevo combustible fresquito para seguir anonadándonos, para seguir desalentando nuestra algo ingenua fe que... quizá... de todos modos...

Pero no.

Esta vez la bofetada, el desaliento, la bronca, nos llega de la tierra del vals y del buen shnitzel... y del tristemente célebre Anschluss. La hermosa, cálida, hospitalaria... hipócrita y por lo visto todavía antisemita Austria.

Repasando las noticias de ynet.co.il, me encuentro con que hace poquito se llevó a cabo en la localidad autríaca de Modling una competencia internacional de esgrima, deporte que a mí no me apasiona especialmente pero que llevó a competidores de todo el mundo a medirse en algo que parecía una justa deportiva más. Pero hete aquí que la medalla de oro en la categoría cadetes la ganó una israelí, Daria Strelnikov.

Muy bien.

La gente de la delegación no cabía en sí de orgullo, tanto más porque en esa misma categoría el bronce fue para otra israelí, Alona Komarnov. Doblwe motivo de orgullo, doble gloria, también para el modesto club Macabi Maalot, donde las muchachas seguramente trabajaron dura y disiplinadamente días y noches para poder demostrar su valía. Dos miebros de una misma delegación en una entrega de medallas es algo que no siempre sucede pero que es un orgullo doble, para la delegación de cualquier país.

Muy bien, las chicas suben al podio, todos aplauden, se reparten las medallas... y silencio.

Un ominoso silencio.

De algún altoparlante del estadio o del gimnasio tendría que haberse dejado oir el Hatikvah, el himno nacional de Israel, país cuyo representante estaba ocupando el lugar más importante del podio, el del ganador de la medalla de oro... pero nada.

Como si Israel no existiese.

Pero nuestras deportistas hicieron lo que en esos momentos opresivos y desagradables hay que hacer: demostrar a la escoria humana que existimos, ya que se pusieron a cantar el Hatikvah a capella, acto al que inmediatamente se unieron los entrenadores, el resto de los miembros de la delegación... y todo el público local que había venido a alentar a la delegación israelí, que no eran pocos.

Amigos, creo que no hay mucho más que agregar.

Fue un "anajnu kan" (estamos aquí) emocionante, y pensándolo bien, el hijo de pu...ra sangre austríaca que creyó que así le iba a demostrar a los juden dónde se encontraban políticamente hablando les hizo un favor, ya que ese vergonzoso hecho con final meocionante permitió constatar que a pesar que a muchos de nuestros deportistas les da vergüenza entonar las inmortales estrofas de Imbert (he visto con mis propios ojos a Revivos, Jarazis y Davidovichs con los labios obstinadamente sellados a la hora de entonar la canción de nuestra esperanza), esta vez les dimos cátedra a antisemitas de los más conspicuos de quiénes somos, dónde estamos y que esta vez va a ser muy difícil dañarnos, tanto física como moralmente

Am Israel Jai

Marcelo Sneh
Beer Sheva, Israel


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"No se puede defender lo que no se ama, y, no se puede amar lo que no se conoce".
SOCIEDAD ISRAELITA DE BENEFICENCIA DE SAN LUIS

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