martes, 1 de junio de 2010

NEGOCIADOR DE ACUERDOS O ROMPE-ACUERDOS?‏




By ADAM CUTLER

En poco más de un año, el Presidente Barack Obama ha logrado algunos fracasos notables en los intentos de paz en el Oriente Medio. Su estrategia ha consistido en extraer concesiones de la parte israelí reflejadas por concesiones de los 22 miembros de la Liga Árabe. Sin embargo, ha descuidado neutralizar el papel de los estados árabes, como destructores del proceso y no ha desarrollado una estrategia eficaz de creación de confianza.
Obama inició su campaña mediante el nombramiento de un enviado de Oriente Medio que tenía un historial probado de éxito en la solución de conflictos religiosos y civiles en Irlanda del Norte. La historia del Senador George Mitchell, tanto en Irlanda del Norte y en Oriente Medio, lo hace bastante previsible. Es sensible a la cuestión de los asentamientos, así como deja las narrativas nacionales y los juicios morales en la puerta. Su estrategia consistía en un delicado equilibrio de negociaciones inclusivas para evitar que los extremistas se conviertan en destructores y el castigo a los destructores a traves de la exclusión y la deslegitimación. En contraste, Obama ha sido conocido por ser demasiado ambicioso, santurrón e impulsado ideológicamente.
Las concesiones que EE.UU. solicitó a los estados árabes moderados, que se rumorea consisten en los derechos de sobrevuelo y la reapertura de oficinas comerciales, fueron mal concebidos e ineficaces en el fomento de la confianza y la neutralización de destructores. Las medidas de fomento de confianza tienen que fomentar un debate y una revalorización de las actitudes árabes hacia Israel. Deben permitir que la población de los estados árabes comience el viaje mental hacia la reconciliación. Movimientos como frenar la incitación y educar para la paz son mucho más eficaces en el fomento de la confianza que permitir los derechos de sobrevuelo.
Desde el lado israelí, EE.UU. solicitó un congelamiento amplio, de carácter temporal en toda la construcción sobre la Línea Verde. La inflexibilidad de estas exigencias estadounidenses, a la par de la comprensión y la compasión mostrada por Obama en El Cairo hacia el mundo árabe, se tradujo en un choque de valores y expectativas entre el Primer Ministro Binyamin Netanyahu y Obama. El punto muerto llevo a Obama a emplear la estrategia de Mitchell de castigo contra el gobierno israelí.
Las declaraciones públicas de Obama disminuyeron el apoyo público israelí para el liderazgo estadounidense en el proceso de paz, mientras que agotan el valor de la congelación final de asentamientos en Cisjordania como medida de fomento de la confianza. De este modo, Obama elevó las expectativas de los estados árabes, lo que les permite su rol de aguafiestas pintar al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas en una esquina.
La administracion americana continua utilizando una estrategia de castigo principalmente contra su aliada, Israel. El 9 de mayo, el Departamento de Estado emitió un anuncio de que "cualquiera que lleve a cabo acciones significativas durante las conversaciones indirectas que juzgamos que perjudicarían gravemente la confianza, vamos a responder haciendolos responsables."
Esta es una amenaza velada por parte de un gobierno que ha demostrado ser un juez pobre y un negociador sesgado.
El principal problema con la estrategia de EE.UU. es una falla fundamental para identificar con precisión a los aguafiestas. La aplicación de castigo contra el gobierno israelí estuvo equivocada, no es un aguafiestas y la pena ha tenido efectos de largo alcance. Los aguafiestas tradicionales en las negociaciones entre israelíes y palestinos han sido los estados árabes. Si Obama y Mitchell quieren neutralizarlos, como aguafiestas, cualquier medida de fomento de la confianza debe ser informada con ese objetivo en mente.

El escritor es un ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, donde sirvió durante tres años como un Coordinador Superior de Política Exterior en la oficina del Primer Ministro. Las ideas expresadas son sólo suyas.

Fuente: The Jerusalem Post

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