martes, 26 de octubre de 2010

PUEDE ISRAEL SER JUDIA Y DEMOCRATICA?

By DOUGLAS J. FEITH

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha pedido recientemente a los negociadores de paz palestinos reconocer a Israel como estado judío. Algunos críticos han llamado a este movimiento cínico, porque los líderes palestinos es poco probable ofrezcan tal reconocimiento. Pero otros se oponen a el por una razón más básica: ellos afirman que es antidemocrático.
Israel, asi dice el argumento, enfrenta a sus ciudadanos no judíos identificandose a sí misma como un estado judío y mediante el uso de emblemas religiosos tradicionales como simbolos nacionales oficiales, por ejemplo, la Estrella de David en su bandera.
En la misma linea, varios intelectuales israelíes han propuesto descartar el "Hatikva" (La Esperanza) como himno nacional de su país, porque se refiere a los anhelos milenarios del alma judía por el retorno a Sión. Algunos han pedido la derogación de la ley de larga data del Retorno a Israel, la que da a los judios de cualquier país el derecho a emigrar y convertirse en ciudadanos.
Algunos árabes israelíes han abogado porque Israel se convierta en un estado no identificado con ningún grupo étnico o religioso, sino más bien un estado de todos sus ciudadanos. Los israelíes comunmente ven este ideal liberal con recelo, pues no tiene relación alguna con las prácticas políticas de todos los países en el Oriente Medio. Tambien, Azmi Bishara, el principal proponente arabe israeli de "un estado de todos sus ciudadanos" y ex miembro del parlamento, indigno a muchos israelíes mediante el apoyo a Hezbolá contra Israel en la guerra del Líbano de 2006.
La ley israelí respeta los derechos de voto, de propiedad, religiosos y otros de sus ciudadanos árabes (la mayoría de ellos musulmanes), que constituyen alrededor del 20% de la población. Sin embargo, el conflicto actual por Palestina ha creado resentimiento entre muchos de ellos y sus conciudadanos judíos. Muchos judios de Israel resienten de lo que consideran una deslealtad por parte de los árabes israelíes. Muchos de éstos ultimos resienten de lo que ven como su status de segunda clase.
Pero la cuestión más amplia de la identidad de Israel como estado judío no gira en torno a los particulares del status actual de sus ciudadanos arabes. Más bien, es si los principios democráticos son necesariamente violados cuando Israel afirma una identidad judía basada en la herencia étnica y religiosa de su grupo mayoritario. Ese es un tema de interés para todos los que piensan seriamente en el autogobierno.
Israel no es de ninguna manera única entre las democracias en considerarse a si misma la encarnación de la existencia nacional de un pueblo específico. De hecho, la mayoría de las democracias se ven a si mismas de esa manera. La mayoría cuentan con leyes y prácticas que reconocen especialmente la historia particular de un pueblo, el lenguaje, cultura, religión y los símbolos del grupo, aun cuando también tienen minorías de otros grupos.
Los Estados Unidos es inusual en este sentido. Es una de las mas liberales de las democracias, en el sentido que está comprometida con el principio que las leyes deben, en general, ignorar las identidades de grupo (étnicas, religiosas o regionales) y tratar a los ciudadanos por igual como individuos. Canadá, Australia y Nueva Zelanda-del igual manera tierras de nuevo asentamiento- se encuentran entre los otros países en este extremo liberal del espectro democrático.
Las democracias de Europa y Asia del Este y las de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, por su parte, tienden a agruparse en el lado étnico del espectro. Numerosas leyes e instituciones en aquellas naciones favorecen al principal grupo etnico del país, pero son, sin embargo aceptadas como compatibles con los principios democráticos. Cruces cristianas adornan las banderas de Suiza, Suecia, Grecia y Finlandia, entre otras democracias modelo, y la bandera del Reino Unido cuenta con dos tipos de cruces.
Varias de estas democracias tienen monarcas y en el Reino Unido, Noruega y Dinamarca, los monarcas encabezan las iglesias nacionales. Francia protege famosamente la integridad de la lengua francesa y los intereses de los franco-parlantes, como lo hacen las fuerzas pro-francesas en Canada.
Irlanda tiene una ley que permite a los solicitantes de "ascendencia irlandesa o asociaciones irlandesas" quedar exentos de las normas de naturalización ordinaria. Polonia, Croacia y Japón tienen leyes similares de retorno favoreciendo a miembros de sus propias mayorías étnicas respectivas. Existen muchos otros ejemplos.
Israel fue fundada como un hogar nacional para los judios, reconocidos como una nacionalidad y no sólo un grupo religioso. Después que las fuerzas aliadas conquistaron Palestina de manos de los otomanos en la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña, Francia, Italia y otras potencias de la época apoyaron la idea que al pueblo judío, por mucho tiempo vergonzosamente abusado como exiliado durante la diaspora, se le debia ofrecer la oportunidad de reconstruir un estado mayoritariamente judio en su antigua patria de Palestina.
Aquellas potencias planearon que los árabes, cuyos lideres nacionalistas de todo el Oriente Medio insistieron en que eran un pueblo único e indivisible, ejercieran la autodeterminación nacional con el tiempo en Siria, Líbano, Mesopotamia (ahora Irak), Arabia y otros lugares. Gran Bretaña pronto decidió poner el 78% de Palestina al este del Río Jordán bajo la administración exclusiva árabe, prohibiendo el asentamiento judío allí.
La Declaracion Balfour de la epoca de guerra del gobierno britanico en favor de un hogar nacional judío en Palestina-incorporada textualmente en el Mandato de Palestina, el cual recibió la confirmacion de la Liga de Naciones en 1922- hizo una distinción crucial entre los derechos colectivos del pueblo judío en Palestina y los derechos individuales en materia civil y los derechos religiosos de los habitantes no judíos del país. El punto era que todos esos derechos, colectivos e individuales, deben ser honrados.
Después de la Primera Guerra Mundial, numerosos grupos étnicos lograron la estadidad. No se consideró antidemocrático que los húngaros o polacos, por ejemplo, establecieran naciones para corporizar y mantener sus culturas particulares.
Todos los países democráticos tienen una población minoritaria. Tales países no creen que ellos tengan que desechar sus identidades étnicas nacionales a fin de respetar la propiedad civil, y otros derechos humanos básicos de sus minorias ciudadanas. La distincion entre derechos colectivos mayoritarios a un hogar nacional y los derechos individuales de todos los ciudadanos continua siendo importante en Israel y en todas las democracias basadas etnicamente.
Así las democracias varían en el grado en el cual sus leyes tengan en cuenta el origen étnico. Sus prácticas comunes dan una respuesta a nuestra pregunta: No es antidemocrático para Israel proteger su condición de estado judío en formas similares a las utilizadas por los franceses, suizos, británicos, alemanes, italianos, lituanos, japoneses y otros para proteger el status de sus países como países de hogares nacionales.

El Sr. Feith, un alto miembro del Instituto Hudson, se desempeñó como subsecretario de Defensa desde 2001 hasta 2005. Él es el autor de "Guerra y Decision: Dentro del Pentágono en los albores de la Guerra contra el Terrorismo" (Harper, 2008).
Fuente: The Wall Street Journal

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