lunes, 13 de diciembre de 2010

La sumisión de Holanda al Islam

Retrotrayendo a Holanda, a su oprobioso rol de colaboracionista nazi en la Segunda Guerra Mundial,- en el que hubo honrosas excepciones- el ex Comisario europeo desde 1999 a 2004, Frits Bolkestein, prominente político del partido liberal neerlandés VVD (Partido Popular por la Libertad y la Democracia) actualmente en el poder, en declaraciones hechas al diario parisino Le Monde, exhortó a los judíos a abandonar los Países Bajos, y emigrar a Israel o EE.UU. porque entiende que pueden ser víctimas del antisemitismo que está creciendo de manera exponencial entre los jóvenes musulmanes de origen marroquí, y en virtud que tiene poca confianza en la eficacia de las propuestas del gobierno de su país, para luchar contra la judeofobia. Bolkestein, quien generó una gran polémica con su declaraciones, al extremo que el Parlamento holandés en La Haya se reunió el martes 7 de diciembre para debatirlas, no hizo más que ratificar expresiones idénticas hechas en ocasión de presentarse el libro Het Herval (El Ocaso) de Manfred Gerstenberg, concerniente a los judíos en los Países Bajos.

A raíz de la expulsión de los judíos de España en 1492, un gran número de éstos emigró a Amsterdam. Si bien Holanda por aquel entonces estaba bajo dominio español, sus autoridades fueron indulgentes con los refugiados de la fe mosaica a quienes en el período de los siglos XIV y XV se les había conminado a elegir entre la muerte o su conversión al cristianismo. Como consecuencia de esa coacción religiosa, proliferaron los llamados marranos, judíos que simulando ser cristianos, continuaron practicando su culto clandestinamente y pasaron en sordina sus tradiciones religiosas a sus hijos. En el siglo XVI, los holandeses lograron su independencia y dejaron de estar bajo la férula de España. Su gobierno, exhibiendo una tolerancia infrecuente en esa época, permitió a los judíos construir una sinagoga donde acudían los sefarditas, descendientes de refugiados españoles y los judíos ashkenazíes, que habían huido de Alemania, Austria, Ucrania y Polonia, donde cientos de miles de ellos, hombres mujeres y niños, fueron masacrados entre el siglo XIII y el siglo XVII. Casi en la postrimería de éste último, en el año 1796, los judíos holandeses que habían prosperado significativamente, obtuvieron plenos derechos como ciudadanos, llegando a ocupar en los comienzos del siglo XX, importantes cargos en la sociedad.

En 1939 había 140.000 judíos que vivían en Holanda. Allí se sentían seguros. Holanda se había declarado neutral durante la Primera Guerra Mundial, y no había duda que lo seguiría siendo en el caso de una nueva contienda. Cuando Alemania atacó Polonia en 1939, tal como se preveía, Holanda reafirmó su neutralidad. Pero el 10 de mayo de 1940, miles de paracaidistas alemanes aterrizaron en suelo holandés. Tanques nazis e infantería les siguieron. En enero de 1941 los germanos habían obligado a todos los judíos a inscribirse en un registro. Pocos días después, 425 jóvenes judíos fueron enviados al campo de concentración alemán de Buchenwald. Esto impulsó a los trabajadores holandeses del puerto a anunciar una huelga general como señal de protesta. Ciudadanos de todas las clases económicas, desde comerciantes en la bolsa hasta pescadores, se unieron a los trabajadores del puerto. Durante tres días las calles y canales permanecieron vacíos. Finalmente las autoridades aplastaron la huelga con la detención de 3500 personas. Al mes siguiente, nazis holandeses atacaban el viejo barrio judío de Amsterdam. A diferencia de su gobierno, y de los nazis vernáculos, muchos vecinos cristianos, arriesgando sus vidas, mostraron su apoyo a los judíos ayudándoles a esconderse. De Holanda y su comportamiento en la Segunda Guerra Mundial, se conoce el conmovedor relato de la infortunada Ana Frank y la solidaridad de la familia que la ocultó. También se escribieron almibaradas historias de la heroica resistencia holandesa, creando un falso mito, ya que el énfasis debería estar puesto en que fue delatada por sus propios vecinos. Los holandeses, como grupo, con la salvedad de un par de miles de personas y células, que actuaban a título independiente, nunca intentaron proteger a los judíos. Asimismo, una serie de empresas despidió a sus empleados judíos antes de que los alemanes dieran la orden para ello. A diferencia de Dinamarca, donde miles de políticos, predicadores, pescadores, conductores de ambulancias, ayudaron a entre 7.300 y 7.800 judíos a huir a Suecia, y murieron durante el Holocausto 116 judíos daneses (1,5% del total), en Holanda fueron asesinados más de 100.000 judíos holandeses, (75% del total).

Las palabras de Frits Bolkestein, denotan que algunos sectores de la sociedad holandesa están muy enfermos y optan por aconsejar que se vayan del país los pacíficos judíos, creativos, productivos, respetuosos de la ley e inofensivos y que se queden grupos violentos musulmanes que atacan a los judíos en suelo holandés, desprecian la legislación, costumbres y religión del país, y que matan sin miramientos, como lo hizo Mohammed Bouyeri un holandés de origen marroquí en 2004, que asesinó brutalmente en la vía pública al cineasta Teo Van Gogh , el director del documental “Submission”, (Sumisión) considerado blasfemo por los islamistas. En un vano esfuerzo por detener a los musulmanes que aterrorizan a los judíos que usan kipá, agrediéndolos y escupiéndolos, las autoridades de Amsterdam han ordenado a los agentes de policía recorrer las calles “disfrazados” de judíos.

La sensatez en Holanda, país de origen del filósofo judío Baruj Espinoza, la aportó el líder del Partido por la Libertad, Gert Wilders, quien declaró: "Bolkestein se equivoca completamente: no son los judíos, sino los marroquíes antisemitas quienes deben dejar el país".
Rubén Kaplan -
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