martes, 14 de diciembre de 2010

La sumisión de Holanda al Islam


Al final de este artículo de Rubén Kaplan, basado en un fragmento del libro de su autoría: “Tras el Velo - La mujer en el Islam”, que presentará el 20 de diciembre del corriente en Argentina el CAEI (Centro Argentino de Estudios Internacionales) en la Universidad de Belgrano, se puede ver en el blog de la periodista y escritora estadounidense Pamela Geller, un video de YouTube que muestra como públicamente, policías de Sudán,- país que se rige por la Sharia la severa ley coránica- le propinan latigazos a una mujer, presuntamente por haber transgredido ésta, alguna norma o haber hecho una contravención.
“Otra modalidad frecuente de castigo retrógrado y medieval aplicado a las mujeres musulmanas en las naciones que se rigen por la Sharia, son los azotes y latigazos, propinados por diferentes “ofensas”. La ONU señala que los castigos corporales constituyen trato cruel, inhumano, degradante o incluso tortura. La flagelación se prescribe en Irán (al menos 197 condenas en 2003), Arabia Saudí, Pakistán, el Yemen, Afganistán, parte de Nigeria, Sudán y otros países islámicos cuando los delitos son consumo de alcohol, calumnia o de naturaleza sexual. En el último tiempo, otras conductas sociales por parte de las mujeres, que Occidente considera absolutamente normales, motivaron que ellas fueran objeto en los países recién mencionados, del salvaje escarmiento.
El 30 de julio de 2009, las agencias de noticias internacionales, informaban sobre la comparecencia a tribunales, de la periodista sudanesa que trabajaba para las Naciones Unidas Lubna Ahmada al-Hussein Hussein, que había sido arrestada junto a 13 mujeres en un restaurante de Jartum por vestir pantalones en público; diez de ellas se declararon culpables. El juez Hassan Mohamed Ali condenó a cada mujer a 20 latigazos y a una multa de 250 libras sudanesas (110 dólares). La detención fue llevada a cabo, por la Policía de Orden Público, que cuida de la ‘decencia’ en Sudán, por infringir el artículo 152 del Código Penal, que reza: “Cualquiera que vista prendas obscenas, será castigado con la flagelación”. Lubna que podría recibir 40 latigazos por llevar pantalones en público compareció ante un tribunal acompañada por sus seguidores, en lo que su abogado describió como un desafío a las leyes sobre la decencia que rigen en el país. Se produjeron escenas caóticas cuando en un valiente y osado acto, la acusada asistió a la vista con los mismos pantalones verdes que condujeron a su arresto. Los casos de ‘indecencia’ son comunes en Sudán, pero Hussein ha atraído la atención mediante la publicidad que ha dado a su caso, invitando a los periodistas a las audiencias, y utilizándolo para hacer una campaña contra los códigos para vestir que se imponen de manera esporádica en la capital. El tribunal decidió aplazar el caso después de la formulación de cargos, mientras los abogados discutían si su estatus como empleada de la ONU le daba inmunidad legal. Después de la vista, el abogado defensor, Nabil Adib Abdalá, indicó que Husein había acordado dimitir de su puesto en la ONU para que pudiera celebrarse la próxima sesión el 4 de agosto y continuar con el caso, que se suma al de otras 43.000 mujeres que sólo en Jartum, capital del país africano, fueron arrestadas el año 2008 por llevar atuendos ‘deshonestos’ “En primer lugar, quiere demostrar que es totalmente inocente, y utilizando su inmunidad no lo demostrará”, afirmó Abdalá a los periodistas. “En segundo lugar, quiere luchar contra la ley, la legislación es demasiado amplia, necesita ser reformada”, añadió. “Los grupos de Derechos Humanos vigilarán el caso muy de cerca”, aseguró. Abdalá detalló que Hussein está preparada para afrontar la máxima pena por el delito criminal de llevar ropa indecente en público, que conlleva 40 latigazos y una multa sin precisar. Antes de la audiencia, Husein declaró que fue arrestada a principios de julio, cuando la Policía irrumpió en una fiesta a la que asistía en un restaurante en el distrito de Riyadh, en la capital. “La ley se está utilizando para acosar a las mujeres”. “Miles de mujeres son castigadas a la pena de latigazos en Sudán, pero permanecen en silencio”, aseguró. “La ley se está utilizando para acosar a las mujeres, y quiero exponer esto”, añadió. Los periodistas se enfrentaron con la Policía en los alrededores del tribunal y algunos reporteros, que fueron detenidos brevemente, vieron sus equipos y cintas confiscados. Decenas de mujeres, algunas con pantalones, asistieron a la vista. Algunas de ellas portaban pancartas con el eslogan ‘Dar latigazos a las personas está en contra de los Derechos Humanos’. Al juicio también asistieron representantes de las Embajadas de Francia, Canadá, Suecia y España, junto con políticos y miembros del Sindicato de Mujeres de Sudán. Un miembro del Movimiento para la Liberación del Pueblo de Sudán (SPLM), Yassir Arman, que pertenece al partido dominante en Sur de Sudán, indicó que había tratado el caso con el enviado estadounidense, Scott Gration, durante su reciente visita. “El SPLM pide que la ley sea revocada”, afirmó a Reuters. “Humilla a las mujeres, tanto musulmanas como cristianas”, añadió.

Los latigazos son un castigo por el que se pena una serie de delitos en Sudán, incluido elaborar alcohol. El escarmiento suele administrarse minutos después de la celebración de un juicio, para los hombres en público y para las mujeres en privado. Para indignación de Lubna, que estaba dispuesta a llevar su caso hasta las últimas consecuencias, éste se cerró, «por la intromisión de una asociación de periodistas supeditada al gobierno». Ante la trascendencia de su proceso y la negativa imagen que trasuntaba el país, las autoridades de Sudán, le dieron un corte abrupto y le prohibieron salir del país. Fue en vano, ella, que estaba dispuesta a seguir combatiendo al sistema, se las ingenió para burlar la vigilancia de la Policía mediante el uso de una niqab, el velo que oculta todo el rostro, y se escapó a Yemen, de ahí pasó a Egipto, luego se desplazó a Jordania y por fin recaló en París donde publicó su libro “40 azotes por unos pantalones”. Lubna Hussein, había declarado “Sé muy bien que mi lucha no ha terminado. Y una cosa tengo muy clara: ni Alá ni EE UU pueden ayudarnos si nosotros mismos no ponemos nuestra parte. Debemos luchar por reformar la sociedad, me sobra confianza, hay más gente como yo”. La contestataria e indoblegable Lubna, en la actualidad, suele pasear tranquilamente por la plaza Saint-Sulpice, con la cabeza descubierta y un vestido floreado”.

Rubén Kaplan --
http://www.rkpress.com.ar/

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